05 febrero 2012

Un tren avanza, espléndido y veloz, hacia su destino. Corta los campos como una flecha. Penetra las montañas. Transpasa los rios. Cruza las ciudades. Se desliza como una serpiente mecánica, sin onstáculos. Su forma, su color, su velocidad; todo a la perfección.
Dentro del convoy tiene lugar el desarrolo de un drama: el drama de la humanidad. Gente que trabaja y gente que descansa. Gente que contempla el paisaje. Gente que negocia preocupada. Gente que nace y gente que muere. Gente que ama y que odia secretamente. Gente que hasta discute la dirección del tren: "¡El convoy tomó una dirección equivocada!". Gente que cree haberse equivocado de tren. Gente que protesta, incluso contra el tren mismo. Gente que proyecta trenes más rápidos. Gente que acepta el tren agradecida, disfrutando y celebrando sus ventajas. Gente que corre nerviosa hacia los vagones de cabeza. Gente contradictoria que va en dirección contraria hacia el vagón de cola.
Y el tren sigue corriendo, imasible, hacia su prefijado destino. Tranporta pacientemente a todos, sin distinguir entre el amargado y el comprometido. Ni deja tampoco de transportar gentilmente a sus mismos contradictores. A nadie se niega. Y a todos ofrece la oportunidad de realizar un viaje espléndido y feliz, así como la garantia de llegar a la ciudad del sol y del descanso.
El viaje es gratis para todos. Nadie puede salir ni evadirse. Se vive dentro del tren. Y ahí es donde se ejercita la libertad: se puede ir hacia delante y hacia atrás; cabe modificar los vagones o dejarlos intactos; se puede disfrutar del paisaje o aburrirse con sus vecinos; es posible aceptar gustosamente el tren o rechazarlo con acritud. Más no por eso deja el convoy de correr hacia su infalible destino.
Y hay gente que acoge el tren, se alegra de su existencia, goza con su velocidad, disfruta contemplando el paisaje, entabla amistad con los compañeros de viaje. Procura que todos se sientan agusto, lucha contra quienes estropean el material o molestan a los demás. No pierde el destino del viaje, ni por los sinsabores de la libertad, ni por sus satisfacciones. Es maravillos que exista un tren y pueda llevarnos tan rápidamente , donde cada cual es esperado ansiosamente, donde los brazos serán largos y el amor no tendrá fin.

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