01 marzo 2012

Me invadieron las ganas de llorar y no pude evitar soltar una lágrima, luego otra y más tarde otra más, hasta que ya era un incesar manantial. Ni siquiera sabia cual era la razón, aunque en ocasiones para llorar no es necesario un motivo. O quizás si que lo había y no quería admitirlo. En fin, llore y me desahogue, ya no importan el motivo de aquellas insignificantes lágrimas. Que siempre lo he dicho, que no esta de más llorar en algún momento, nadie es de piedra y nadie es capaz de vivir sin hacerlo. Que en ese momento no queria que nadie me dijese que dejase de hacerlo, que no soporto que me digan lo que tengo que hacer, aunque en ocasiones por circustancias de la vida he tenido que hacer caso.

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